Solo en 2018, Amazon, Alphabet, Intel, Microsoft y Apple invirtieron en investigación y desarrollo, I+D, aproximadamente 65.000 millones de dólares, una suma que triplica al presupuesto anual de la NASA que es de unos 20.000 millones de dólares. El espíritu empresarial (y la posibilidad de llevarlo a cabo gracias a multimillonarias inversiones para nuevas líneas de negocio) explica en gran medida porqué Estados Unidos es el país que más invierte en I+D. Pero, más que todo, evidencia que las empresas privadas tienen un papel protagónico para fomentar la innovación y los avances tecnológicos y científicos. De hecho, aproximadamente el 75% en de la inversión en I+D en Estados Unidos proviene del sector privado. Si se mira hacia América Latina se observan algunos brotes verdes en un campo lleno de sombras y grises. El surgimiento de unicornios latinoamericanos de base tecnológica refleja que la región está en un momento dulce en cuanto al emprendimiento y que sociedades y economías están preparadas para consumir ciertas innovaciones. Pero en el parque empresarial de la región, casos como Rappi, Mercado Libre o Globant siguen siendo atípicos y todavía predominan empresas poco productivas e innovadoras. Actualmente, los países de América Latina invierten en promedio un 0,8% de su PIB en I+D, en contraste con el del 2,8% de Estados Unidos, el 2,5% de la Unión Europea o del 2,2% dee China. Adicionalmente, solo el 8% de las empresas latinoamericanas invierten en I+D. Con estas cifras, se explica mejor la poca competitividad de las economías de la región, en su mayoría configuradas por mipymes que no logran crecer lo mismo que sus pares en las economías más avanzadas, ni tampoco consiguen generar empleo de calidad ni implementar tecnologías que les aporten valor agregado. Esta situación guarda una estrecha relación con uno de los problemas crónicos de América Latina: la baja productividad. La región sigue caracterizada por demasiada concentración productiva en grandes empresas que manejan una gran cantidad de recursos y baja competencia. La gran mayoría del resto de empresas no tienen la capacidad innovadora suficiente y, por lo tanto, no están aprovechando las oportunidades de la transformación digital ni introduciendo procesos innovadores en sus operaciones. Se trata de una especie de círculo vicioso. Las empresas pequeñas son pequeñas en parte porque no invierten en I+D, pero al mismo tiempo no invierten porque no tienen los recursos suficientes. Para completar la radiografía, los gobiernos no suelen ofrecer los incentivos necesarios para que esto suceda y tampoco llegan las inversiones suficientes para este tipo de actividades. También te puede interesar "Precios de venta y arriendo de oficinas en Colombia bajaron por la pandemia"