Apasionado por el trabajo, el fútbol, su familia y el rotarismo, William Londoño se destaca como todo un referente empresarial de Antioquia y del país. No en vano recibió durante nuestra versión anterior de La Noche de los Mejores la merecida distinción de “A toda una vida”, por sus más de 50 años de labores, 40 de ellos con su amada Agencia de Aduanas CEA.
Sentarse con don William a tomar un café y deleitarse con sus historias, vivencias y visión empresarial, resulta placentero, es una lección de sabiduría y liderazgo. Y asegura que tiene cuerda para rato, pese a que desde hace algunos años ya disfruta de su jubilación, pero el diario acontecer en su oficina es algo que lo motiva a seguir adelante y con el firme propósito de seguir construyendo país.
Don William, ¿cómo fue el inicio de la Agencia de Aduanas CEA?
“La empresa como tal comenzó en enero de 1982. Al principio se llamaba LH Rojo, por el nombre de uno de los socios de ese entonces, Luis Humberto Rojo. Empezó en ese año 82 con tres socios, Luis Humberto, Guillermo Gómez y yo. Ya en 1983 hicimos una sociedad limitada con el nombre de CEA, Comercio Exterior Asesores. Hemos estado sometidos a los reglamentos o normas de la DIAN y a partir del año 2000, aproximadamente, empezó a llamarse con el nombre actual y ahora somos agencia de aduanas”.
¿Cuáles han sido los hitos de la empresa en estos 40 años?
“Podría decirse que hemos desempeñado un trabajo continuado con un crecimiento lento, organizado y comenzamos a abrir sucursales. En 1983 abrimos la de Turbo, que fue la primera, luego Cartagena y Buenaventura, los puertos, porque como la actividad es aduanera se requiere presencia allí. Abrimos también en Santa Marta, Barranquilla, en Bogotá tenemos oficina, al igual que en Rionegro.
En la actualidad, CEA tiene siete sucursales, con una serie de personal en todas partes. Acá, en nuestra sede central, estamos 40 personas y por fuera son otras 40 a 50 personas, se maneja un personal flotante porque, dependiendo de los volúmenes de trabajo, muchas veces debemos contratar gente temporalmente. En estos momentos estamos ocupando nuestro propio edificio y es algo muy satisfactorio, cuando ya uno entra a ocupar su propio espacio”.
Don William Londoño recibiendo el reconocimiento "A toda una vida", de manos de Santiago Echeverri, miembro de Junta Directiva de Fenalco Antioquia.
¿Y los momentos más retadores?
“Recuerdo el año 2009, cuando hubo una especie de recesión en el país, los negocios se pusieron mal, a todo eso se sumó que el banco en el que tenemos un crédito nos manifestó que no lo podía prorrogar, fue muy difícil. Además, en ese año se empezó a desintegrar la sociedad, ya que uno de los socios, Guillermo Gómez, nos vendió su parte a los dos que quedamos. Y en 2011, Humberto Rojo dijo que no iba más y me quedé solo.
En este sentido, y pasando a un plano personal, quiero hacer una mención muy especial y es que durante tantos años de trabajo, y tanto en CEA como personalmente, tuve un apoyo inmenso e incondicional y lo sigo sintiendo de parte de mi señora, Sonia Muñoz, quien falleció en 2021. Ella fue el bastión, el soporte para estar vigente durante todo este tiempo, para superar pequeñas crisis… me siento muy honrado de haber tenido a mi lado durante tanto tiempo a esa gran mujer, estuvimos casados 48 años y quedaron tres hijos espectaculares, seis nietos y ahí seguimos, construyendo patria hasta que Dios y el Gobierno nos lo permitan”.
¿Qué tanto los golpeó o potenció la pandemia?
“Podría decirse que fuimos una excepción, en el sentido de que muchas actividades se pararon en seco o se hacían a media máquina, el comercio exterior no se podía detener, los barcos seguían llegando y saliendo, las importaciones y exportaciones se seguían moviendo, si bien el ritmo de trabajo pudo haber decrecido. Nosotros tenemos una actividad que es a la que nos hemos dedicado todos estos años, con los bananeros, el banano siguió como si no hubiera pasado nada, y en esos momentos de crisis, siendo un producto alimenticio, seguía teniendo acogida en todo el mundo, los buques bananeros venían semanalmente por su banano y partían, eso nos mantuvo ocupados siempre.
Así mismo, el Gobierno Nacional expidió un decreto que indicaba cuáles actividades no paraban y tenían permiso para trabajar en plena pandemia, como la salud, vigilancia, alimentos y su cadena, en cierta forma el transporte, hubo serie de actividades protegidas y entre ellas estuvo el comercio exterior. Entonces, en los puertos, si bien había toques de queda, nuestros trabajadores se movían como pez en el agua para atender las actividades de importación y exportación. Fue un momento difícil pero la verdad es que nos fue muy bien”.
¿Qué representa para usted el reciente reconocimiento “A toda una vida”, que le entregó Fenalco Antioquia en La Noche de los Mejores?
“Una satisfacción enorme para mí, para mi familia, mis compañeros y colaboradores. La noticia me agarró por sorpresa y fue muy gratificante, la recibí con un alto grado de aprecio y reconocimiento porque realmente esa ha sido mi vida, entregarme a la comunidad, al país, y quisiera seguir así por el resto de mis días, no tengo porqué cambiarlo.
En esta actividad que desarrollamos se manejan mucho temas de contrabando y de drogas, puedo afirmar con orgullo que nunca he tenido ninguna clase de inconveniente en ese sentido en estas cuatro décadas, jamás se me ha insinuado nada extraño. Siempre hemos tenido una conducta intachable, pese a que nuestra actividad se presta mucho para esas prácticas ilegales”.
Don William, en compañía de sus seres amados.
¿Y qué le generó compartir en nuestra Gala junto con Samuel Grajales, el niño emprendedor de Bukiburbujas?
“Eso es algo espectacular, estuvimos juntos gracias a Fenalco y recibimos un reconocimiento, en mi caso ‘A toda una vida’, y él recibió el de ‘A la innovación’, algo muy significativo para una persona que recién está empezando a vivir. Ese muchacho está destinado a ser exitoso, porque ha logrado los medios y la forma para sobresalir, pienso que, de este ejemplo, muchos niños y padres pueden percibir que sí es posible emprender desde temprana edad, hay que apoyar a los hijos. Fenalco la sacó del estadio con el reconocimiento para este niño tan talentoso”.
A propósito, usted ha sido Fenalquista durante muchos años. ¿Qué destacaría de su presencia con la Federación?
“Llevamos alrededor de 35 años con Fenalco Antioquia. Nos afiliamos en ese entonces como una necesidad de pertenecer a un gremio, empecé a participar, a asistir a las reuniones, pero en ese entonces no veía las cosas como ahora, ya luego vi la necesidad de involucrarme mucho más. En 1990, la actividad tuvo una reprogramación de parte del Gobierno Nacional, una serie de normas y decretos, y a partir de ese momento ya me involucré de pies y cabeza.
A Fenalco les estaré eternamente agradecido porque me enseñó a conocer y apreciar los gremios, hoy en día también pertenecemos a FITAC, Federación Colombiana de Agentes Logísticos en Comercio Internacional, estamos también en Analdex… realmente es mucha la actividad gremial que cumplimos, la disfruto al máximo, si bien esto implica sacrificios de tiempo y hasta de dinero, pero finalmente se convirtió en una pasión y necesidad.
Me siento muy apreciado, reconocido y me fascina Fenalco, estoy muy contento de pertenecer al Gremio”.
Don William, se percibe en usted el entusiasmo y la frescura por seguir al frente de sus labores en la empresa…
“Tuve una pequeña lucha cuando mi señora vivía, me reclamaba un poco más de protagonismo para ella y para nuestros hijos, pero manejamos bien la situación, estoy pensionado pero sigo trabajando normal. He venido pensando en la posibilidad de retirarme, incluso para ello he preparado durante los últimos años a mi sobrina, Elizabeth Londoño, a fin de que maneje la empresa, ella está ya en capacidad de hacerlo.
No obstante, no he visto el momento ni la necesidad de retirarme, ahora que estoy viudo mucho menos… esto, en cierta forma y sin ser absorbente, es mi vida. Vengo todos los días a trabajar con entusiasmo y me siento útil, siempre les digo a los colaboradores que voy a estar acá siempre y cuando sea útil, cuando no lo sea no vuelvo, pero siempre hay cosas para hacer”.
¿Cuáles son sus pasiones?
“Tengo varias, entre ellas el Deportivo Independiente Medellín, DIM, y el fútbol. El DIM es mi equipo del alma y el fútbol es el deporte que practiqué toda la vida, incluso en calidad competitiva, pero llegué a los 20 años me tocó escoger entre el fútbol, el estudio, el matrimonio y el trabajo… me tocó decidir, dejé un poco de lado el fútbol, terminé la carrera y me casé. El DIM me acompaña desde siempre, lo quiero, pero no soy enfermo ni fanático, voy a los partidos pero sin apasionamientos extremos.
Y tengo otras aficiones, como el club rotario, pertenezco al Club Medellín Nutibara desde 1978. Entonces están el fútbol, el rotarismo y esta labor en CEA que me movilizan, son mis actividades y permanentes ocupaciones. Tengo también una finca en Sopetrán, que me ayuda mucho a recargarme cuando voy los fines de semana, este trabajo es de mucha presión y estrés, entonces cuando estoy en la finca descanso, camino, organizo las matas, nos metemos a la piscina, eso me revitaliza y me da fuerzas para seguir adelante”.
Don William, junto con parte de su equipo de trabajo de la Agencia CEA.
Volviendo a la compañía, ¿cuál es el factor diferencial de la Agencia CEA?
“Esta empresa se ha caracterizado por la atención personalizada con los clientes, me atrevería a decir que todos tienen relación conmigo, siempre encuentran orientación, sea de mi persona o de alguno de los colaboradores. Eso no sucede en muchas otras empresas de este tipo, donde los clientes se convierten en números, incluso compañías mucho más grandes pero que carecen de esa condición humana.
Entonces, la gran satisfacción de nosotros, y es algo que nos ha diferenciado de muchos colegas, es la atención personalizada, así como la confianza, otro de los grandes pilares que nos caracterizan”.
¿Cuál es la visión de la empresa?
“CEA ya tiene una posición, un desarrollo. Cuando uno empieza la actividad de agenciamiento aduanero es un trabajo especializado, de conocimiento intelectual, de formación académica y de experiencia, que se transmite de unos a otros, pero nosotros no nos quedamos ahí, sino que le hemos añadido a ese trabajo otras actividades colaterales, como asesoría en Plan Vallejo, asesoría en parte jurídica, asesoría en manejo de carga, de logística, tenemos una pequeña empresa derivada de CEA en otro momento, una agencia marítima… estamos tratando de pegarnos de todo lo que sea inherente al manejo de comercio exterior.
Yo diría que la visión es seguir siendo muy responsables, con un personal capacitado, y ahí digo algo, y es que después de 40 años, observar el nivel de educación de los trabajadores es algo maravilloso, el 95 % son preparados, capacitados, son tecnólogos o profesionales. CEA, en este momento, tiene unos 25 trabajadores pensionados por nosotros, entonces, siendo una empresa pequeña o mediana, es un logro incalculable”.
¿Qué legado quisiera dejar en CEA?
“Realmente acá no hay que descubrir nada nuevo. Es tratar de que se sigan haciendo las cosas como las hemos venido haciendo pero con la posibilidad de mejorarlas, eso sí, y es algo que recalco constantemente, no quiero ver aquí nunca un problema de contrabando, manejo de drogas o ‘cosas torcidas’, como decimos en el medio. Más bien que siga siendo una compañía normal, ya contamos con más de 80 colaboradores, la empresa con su propio trabajo y sacrificio ha podido tener su sede propia, hemos logrado que muchos trabajadores se eduquen.
Creo mucho en dos frases, la primera es: ‘el que trabaja con amor, no trabaja, está disfrutando’ y la otra, ‘Dios es amor. El que tenga amor está con Dios’, eso nos lleva a ser buenas personas, decentes, honorables, a respetar las leyes y costumbres. Trabajar con amor, ser buen compañero y que exista siempre respeto, soy un convencido de que todo lo que uno hace bien en la vida, se le devuelve”.
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